LA MANO Y LA LAGRIMA
Una mano se hizo amiga de una lágrima,
y le preguntó porque caía sobre la mejilla,
pues la vio triste y sola resbalar
y en ese viaje vio su soledad.
No estoy triste, mano amiga,
esto que ves es libertad.
Aparezco en la mirada de las personas
y me ofrecen al mundo como simbolo.
¿Libertad? pensó la mano,
yo no tengo ese derecho.
A mi me guia mi dueño,
y hago lo que él quiere hacer.
Pero la lágrima no tenía dueño.
Salía cuando era un regalo
ya bien por tristeza o por emoción,
pero en este caso, era por entrega.
Ha sido gracias a ti, mano,
por la que llegué a este mundo,
por la que me entregaron la libertad
y ahora he de seguir mi viaje.
La mano se sintió afortunada,
nunca nadie dio una lágrima por ella
y pensó que ésta vez no tenía dueño,
y orgullosa se despidió de su amiga.
La mano y la lágrima,
a veces tan distantes,
a veces inseparables,
pero siempre amigas.
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