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LOS DOS PAJARITOS

Dos pajaritos nacieron el mismo día en una pequeña tienda de un pequeño pueblo. Ambos eran iguales, del mismo color, tenían el mismo pico, el mismo plumaje color amarillo, el mismo tamaño…
Aunque había algo que los hacía muy diferentes.
Mientras que uno quería cantar todo el rato, el otro temía que por destacar le hicieran daño, y decidió no cantar ninguna melodía hasta que llegara el momento.
El dueño de la tienda que vio nacer a ambos pajaritos decidió ponerlos a la venta.
- Son muy bonitos, y me los quitarán de las manos- pensó el tendero.
Así pues colocó el cartel de SE VENDEN en el escaparate.
El cantarín, según pasaban los dias, iba aprendiendo bellas canciones y era la envidia del resto de pájaros de la tienda, que admiraban su talento y su belleza.
El que no cantaba, pensaba para sí mismo: - no quiero destacar, si luego lo hago mal, todos se reirán, y no quiero que hagan eso, así que me reservaré para cuando llegue el momento. Cuando vengan los que nos tengan que comprar, será cuando demuestre lo que valgo y cantaré mucho, porque en ese momento seré feliz, no antes.
Mientras tanto, el cantarín, al sentirse contento y hacer mas ejercicio para cuidar su garganta y poder cantar mejor, hizo que las plumas fueran de un tono más intenso.
Desde lejos los pájaros decían: - mira que bonito es, quisiera ser como el- y las pajaritas suspiraban por su amor.
Pero el cantarín sabía que un día su belleza y sus cantos le ayudarían mucho. No para ser envidiado, ni para tener a todas las pajaritas enamoradas, sino que le serviría para ser feliz.
Por el contario, el otro pájaro se fue dejando, dejando, porque pensaba que aún no había llegado el momento. Y fue engordando, y sus colores se apagaban porque no se movia.
Llegó un dia, por la mañana, que entró en la pajarería un niño con su padre, preguntando por las aves que estaban en venta.
Nuestros dos amigos se incorporaron al ver a los humanos gigantes acercarse a la jaula.
- Ahora es el momento de cantar, ahora es cuando demostraré lo que valgo- dijo el pajarito que nunca había cantado.
Intentó con todas sus fuerzas piar y piar… pero no logró nada.
Tanto había esperado el momento en el que sería feliz, que nunca se preparó para ese día… y fracasó.
Ya era tarde, había desperdiciado su corta vida esperando sin destacar, sin prepararse, que no pensó nunca en lo que ocurriría cuando llegara ese momento.
En cambio el otro pajarito levantó su cabecita y cantó como nunca.
El padre compró al segundo pajarito y se le llevaron a su casa, donde fue muy feliz.
Mientras tanto, el otro, sólo pudo llorar y llorar por haber perdido el tiempo sin hacer nada.
Entre lágrimas, vio como su amigo, el que había nacido cuando él, se iba en la pequeña jaula de la mano de aquel niño, mientras que él, se quedaba sólo a la  sombra de esa tienda.
Desde una jaula que había a su derecha, salió una voz.

Era un buho muy anciano que, con una voz dulce le dijo: “No malgastes la vida sin hacer nada, pensando en que mañana serás feliz, porque llegará ese día y no estarás preparado para serlo”.