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TUS PECADOS

Estas de rodillas, apoyada contra el destino,
y te pido, en la oscuridad, que me cuentes tus pecados.
Como si te fueras a confensar te colocas,
porque deseo limpiarte el alma,
con el sabor de la lujuria
que sólo yo te sé ofrecer.
Ante mi te abres, de rodillas y sin mirar.
Como una sombra, me acerco por detrás.
Dime tus pecados en este momento,
que el cielo del perdón se cierne sobre ti.
Lo puedes oir, tan claro como mi voz.
Mientras tu de rodillas, cierras los ojos
porque sabes que el momento ha llegado
y de tu alma, la culpa borraré.
Eres mi escultura, yo tu pigmalión.
Háblame con claridad, no levantes la voz.
Deja que marque callado las líneas de tu piel,
pues ese silencio, cortará el viento
para chocar contra el muro de la compasión.
De rodillas, como en una confesión,
de rodillas, como en plena devoción,
yo curo tus heridas con otras nuevas,
tu gritas contra la nada
y todo queda borrado.
Ya no existe.
Ya terminó.